martes, 27 de septiembre de 2011

Un loco y su amigo



Hoy es uno de aquellos días, últimamente tan habituales, en el que no se puede caminar. Desde mi ventana, cubierta por algo de polvo, veo como todo va acelerado sin saber el porqué. Los coches se saltan los semáforos y al poco tiempo chocan contra las paredes de los edificios. Las bicis atropellan carros abandonados que se encuentran al lado de los contenedores de basura. Algún que otro jinete sale despedido de su montura. Desde los bloques de enfrente siempre hay una mujer o un hombre diciendo "esto no podrá conmigo, se lo que hago, quiero sentir"... y se tiran directos al asfalto a la vez que después otros pocos los miran, en silencio, mientras se desangran. Los arboles se arrodillan y besan la tierra. Las personas corren sin mirar al frente solo al suelo húmedo. Los perros atan con la correa a sus humanos y empiezan a dar ordenes a la vez que babean. Las ratas y las cucarachas son las únicas que aparentan tranquilidad enfundadas en sus trajes recién estrenados. Por la esquina aparece una cámara intentando poner orden pero la pobre es muda así que nadie le escucha hasta que llega una porra bípeda al cabo de 20 minutos. Siempre ocurre lo mismo. Parece que todos los años ha pasado igual, es nuestra rutina. Ya muchos lo aceptan como algo normal. Los días como hoy intento encerrarme en la habitación o salir por lugares donde sepa con seguridad que no me encontrare este tipo de sucesos. El problema es que cada vez son mas las personas que no distinguen estos días de los otros que son tranquilos y sin prisas, donde te puedes parar a pensar o actuar a tu manera sin depender de los demás. Es absurdo creer que todo lo que vivimos entra dentro de la normalidad, pero ellos se dejan arrastrar por los cantos de sirenas. Me da miedo, quizás con el tiempo seré igual que todos y olvidaré mi personalidad y mi propio criterio.

Esta mañana me he despertado sobresaltado por el sonido del móvil vibrando encima de la mesa del escritorio. Era una amiga. Me ha hablado sobre gente que conoce que van rapidísimo, que no esperan una respuesta (el si o el no no son relevantes para ellos), que actúan a favor de nuestro bienestar personal, que son únicos y diferentes, que parecen saber de todo y a la vez no saben de nada, que hablan de muerte y de resucitar de las cenizas como el fénix... Ha estado 5 minutos explicándome sus cualidades. Parecía fascinada, nunca había escuchado su voz tan extasiada, como si en breve fuera a desaparecer ella y convertirse en alguna desconocida.
Un poco mas tarde me ha llamado otro amigo comentando lo mismo. A él le ha entrado una de estas personas por el balcón y cuando ha querido echarlo ha abierto su gabardina y le ha enseñado el genero, como un contrabandista o un camello, mientras usaba toda clase de palabras sugerentes para persuadirlo de que era inofensivo.Según me ha dicho al final han acabado los dos en el comedor fumándose un canuto. Ellos creen que solo son ellos los elegidos por esas personas... que ilusos. A mi también me han venido a buscar. Cada día pasan piso por piso.

 Vuelve a salir el loco. Es una lastima que nadie lo escuche, hay veces que entre las palabrotas dice verdades. Ya se prepara para gritar:

-¡Escorbuto! ¡Escorbuto para todos! ¡Esa es la plaga que os envío por corrompernos, por hacernos olvidar y obligarnos a comer mierda! ¡Es vuestra condena farsantes y charlatanes mal nacidos! ¡Hijos del demonio!

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