lunes, 6 de febrero de 2012

Dalia



Atraviesan cogidos de la mano un sendero de tierra con rosadas camelias en los margenes y llegan a una puerta de hierro forjado, vieja y polvorienta; se halla entreabierta. Un  frondoso y abandonado laberinto; con sus cipreses sin recortar, sus estatuas resquebrajadas, sus fuentes secas y sus estanques llenos de verdín, se extiende al pasar por ella. Anna aprieta con fuerza la mano de Sergi y murmura unas palabras ininteligibles mientras entran al laberinto. Sólo funcionan algunas farolas creando una penumbra que engulle el lugar. La temperatura ha bajado aún más provocando que las preciosas manos de Anna se agrieten y que los dientes de Sergi castañeteen como si tuviera espasmos.

Un rollizo gato pardo les aguarda, en el acceso de la izquierda. Anna al verlo decide ir a buscarlo con sigilo para que no se asuste. Posa el dedo índice en los labios de Sergi para que guarde silencio y avanza lentamente hacia el gato. Sergi, desde la distancia, ve las maniobras con interés y una media sonrisa en el rostro, a la espera del desenlace. El gato, adormilado como está, desconoce las intenciones de Anna. Por esa razón, al crujir una rama bajo los pies de ella, el animal se despierta sobresaltado y escapa apresuradamente en dirección a la negrura del interior. Anna lo toma como un reto y se adentra en el camino para perseguirle, olvidándose de Sergi. Él, al percatarse, contrariado, se apresura a seguirla por el laberinto. Después de unos minutos la encuentra, en un cruce, de cuclillas acariciando la barriga del gato asilvestrado.

- Ya lo has encontrado? -pregunta Sergi resoplando.

- Sí, parece que se ha escapado de casa porque se ha cansado de correr muy rápido.¡Que gordete! -exclama acariciándolo satisfecha.

Sergi se une a Anna pero el gato vuelve a alarmarse y consigue zafarse de él.

- Los has espantado - le reprocha Anna.

- Asusto a todo el mundo.- dice seco.

- A mi no -se levanta y  posa los brazos en su delgado cuello.

Cierra los ojos aguardando de él una respuesta sensual. Lo que tanto se ha hecho esperar a lo largo de la tarde... a lo largo de los días y los años. Al fin percibe el tacto de las yemas congelando a su paso cada rincón de su cara hasta contornear sus labios. Parece deleitarse con sus labios y de golpe; se evapora, como si de humedad se tratara. La culpa acecha.

Al abrir los ojos ve una silueta girando por una de las esquinas. Parece que huya impresionado por algo. Corre tras él pero, confundida por los múltiples senderos, pierde su rastro.Retoma la búsqueda encaminándose por una vereda tan estrecha que las ramas de los arboles se tocan. Las piedrecillas del camino se clavan en sus pies traspasando la fina suela de sus bambas. Los arboles se vuelven aterradores y hostiles. Cada vez le es mas difícil avanzar, su caminar es pesado. Anna se desmorona, le invade la derrota y el pesimismo. Debajo de ese aspecto apático se esconden muchos secretos, muchas sombras del pasado que aguardan al primer signo de debilidad para hundir su frío puñal en un costado, entre las costillas. "Soledad, bonito nombre para una hija" piensa. Una tos lejana le da fuerzas para proseguir su trayecto con el ansia de encontrar a Sergi. Se niega a aceptar otra derrota, no ha venido para eso. Un recuerdo abrupto y remoto pero de una intensidad desmesurada le asalta.Una reminiscencia del ocaso:

Ve a Sergi a la sombra de unos cipreses, bajo la mirada petrificada de una mujer. Lee estirado sobre un banco de piedra (ahora no consigue recordar el titulo del libro). Le acaricia la espalda y él la arqueaa. Confía en obtener una respuesta por su parte pero él sigue distante, como si nada fuera a arreglarse. Siempre va un paso por delante de ella.

Ese recuerdo era el último golpe que necesitaba el escudo para fragmentarse. Anna no puede evitar las lagrimas fluyan por sus ojos y se pierdan entre los pliegues de su ropa. "Lo tenías todo, podíamos con todo y lo destruimos absolutamente todo. No he vuelto a encontrar una persona así; sensorial hasta el extremo. Te quise desde el primer momento que te vi, lo sé... Por más gente que ha pasado por mi vida te he seguido queriendo, hoy lo he vuelto a saber. Eres diferente. Por eso siempre te he esperado y siempre te encontraré. Quizá el tiempo te borre de nuevo de mi camino y hoy temo por ello. Te amo", piensa adentrándose en una senda circular que desemboca en un estanque, circundado por una balaustrada y lleno de nenúfares. Rodeando el estanque y subiendo una cuesta llega a un templete, con las columnas erosionadas por el viento y la cúpula destartalada, que resguarda unas estatua de mármol, sin expresión, que representa a Apolo y Dafne. Bajo la estatua se encuentra Sergi, ensimismado en sus pensamientos. Al verlo Anna corre desesperada hacia él.

-¡No me vuelvas a dejar! -le grita golpeándole el pecho con los puños y con lágrimas en los ojos.

- No volverá a pasar. Era algo que no podía eludir por más que me empeñara en ocultarlo.¿Quien representaba a Apolo y quien a Dafne?¿Vamos a dejar de huir?

- ¡Prométemelo! -exige Anna sin percatarse de las preguntas.

- Prometido -dice con afable expresión.

-¿Esto era lo que querías que viera?- pregunta decepcionada.

- No, esta estatua no. Deberían ponerla en una rotonda y no aquí que estropea el paisaje -ríe. Fíjate allí -señalando un montículo de tierra a su derecha iluminado por una luz vítrea- tu flor favorita, ya extinguida en esta ciudad; la dalia. Se me olvidó decirte que no sólo te traje aquí para que vieras las dalias sino para que sintieras.

- ¿Sentir? -pregunta a la expectativa.

- Esto.- Sergi coge la mano de Anna y la posa en su pecho.

Anna percibe un corazón desbocado, salvaje y furioso por salir. Es la señal que tanto ha deseado. Siempre por delante; no se cansará de pensarlo. En un abrir y cerrar de ojos le besa tímidamente, indecisa de su recibimiento. A lo que él responde con un prolongado y cálido beso que certifica su unión. A partir de ese momento toda la tensión y los miedos huyen despavoridos y dan paso a un amor pasional y sensorial, de ese que tanto les gusta. En su intimidad protegidos por la noche se abstraen de lo que les rodea y se dedican en cuerpo y alma a su anhelo más preciado. Y es que al fin sienten.

2 comentarios:

  1. Sergi y Anna tienen un romance que roza la fantasía, pero todo se entremezcla y se logra crear una atmósfera muy real. Soy capaz de envidiar a estos personajes que son sólo palabras. Me encantaría ser, como mínimo, un espectador de esa escena, y esconderme tras una columna, observándolos. Entonces se cernería la noche sobre nuestras sombras y todo se apagaría, pero ellos seguirían besándose.

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