viernes, 2 de marzo de 2012

Silencios de una noche


Después de los pertinentes abrazos y besos  Eva vino, agitada, directa a la cocina. Al pasar por mi lado me agarro de la mano con violencia y me condujo hasta el cuartito de la lavadora. Cerró la puerta corredera de cristal y golpeó el cubo de la ropa sucia con el pie.

- ¿Que pretendes con tu actitud?¡Disimula! Se van a enterar de lo que ha pasado esta tarde. Pon otra cara cuando entres al comedor y relacionate con nuestros amigos. No te olvides de saludar a Javi que se alegrará mucho al verte.

- Estoy absolutamente convencido de que se alegrara al ver mi bonita cara. Ahora me presentaré y hablaré con todos como si los conociera desde antes que nacieran. Todo sea por ti -contesté mientras abría la puerta para ir al comedor.

- Así me gusta.

Y me besó fugazmente, en un suspiro eterno. Eva se quedo en la cocina preparando las velas del pastel y yo me presenté en sociedad. En aquel piso se habían reunido las amistades más próximas de Javi y Eva; unas un tanto remilgadas, otros encantados de haberse conocido, un opositor a bufón, una mística, unos desconocidos de ojos rojos... y un par de amigos y una amiga que me eran conocidos. La flor y nata de nuestra generación en una habitación; todos ellos sobresocializados, incluso yo. Me peiné con la mano y fui saludando uno a una los allí presentes hasta que llegué a Javi. Me aguardaba levantado con los brazos extendidos hacia mi y con la felicidad por cara. Sin mirarlo demasiado avancé hacia él y nos fundimos en un largo abrazo; sentía que en cualquier momento me clavaría un puñal, pero no fue así. Mi mirada se dirigía a la cocina, de donde surgió Eva, con una sonrisa pletórica, llevando el pastel. Nos sentamos alrededor de la mesa cantando y aplaudiendo,como si tuviéramos 10 años, esperando a que Javi soplara las velas y empezara a repartir trozos del pastel.

A mi lado, unos ojos apagados, lacia melena, pantalones turcos y voluminoso escote; se sentó, con las piernas cruzadas, la mística, que, sin mediar palabra, me reveló su vocación de escritora underground. "Tant underground que no te debes leer ni tu", pensé. Ella continuó explicándome sus historietas; que si sus personajes tenían vida propia y habían logrado encontrarse con su yo interior y transmitían la alegría de vivir; que si evitaban todo tipo de confrontación y no existía maldad en ellos... y no sé que más estupideces. "Que pretenciosa. Creerá que escribe bien. ¿A caso sus personajes son libres? O sólo andan dando tumbos sin una idea definida en su cabeza y picoteando de todo lo que le proponen. ¿A caso no es ella así? Otra de tantas iluminadas que encuentran un molde y se enquistan en él. Que tía más odiosa", discurría sin prestar mucha atención a lo que me decía. De  fondo oía el murmullo lejano y entrecortado de los otros invitados que hablaban distendidamente:

- Me encanta tu peinado. ¿Eres gay?

- Pásame un tripi.

- Pollas, coños, tetas operadas, almejas enlatadas,  mazorcas de maíz...

- ¿Palomitas?

- ¿Cuando se come?

- ¡Todas putas!

- ¡Y todos putos!

- ¿Un mechero?

- Tenéis que mirar el vídeo del caballo y el alemán.

- Yo prefiero el de Van Gogh.

- ¡Callar que no oigo a mi novio!

- Zzzzzzzz.

- Ayer perdimos 5-0 contra el equipo de casados. Jose se torció el tobillo intentando despejar un balón cuando estaba sólo; ese seria el resumen de nuestro equipo.

- ¿Solteros contra casados?¿Eso no es para gente de 40 años para arriba?

- Lo que te debería de extrañar es que queden casados todavía. Vamos por los 30, si no los hemos pasado ya, y los matrimonios no duran más de 3 años. Todos nuestros amigos barra amigas se han divorciado, rejuntado, puesto los cuernos, visitan la consulta de un psicólogo... podría seguir y no terminar nunca.¿Quien aguanta con su pareja? Tu y yo que acabamos de empezar?

"Al fin alguien sensato" pensé y bostecé ampliamente mostrando los empastes. Ella, Alba creo que se llamaba, seguía dando la lata con sus proclamas sacadas de cualquier libro de autoayuda ignorando que hacía largo rato que no la escuchaba y que observaba, con las manos en los bolsillos, su generoso escote. Dando muestras de mi educación me levanté sin despedirme de ella  y me encaminé, de nuevo, a la cocina; a vaciar los armarios para prepararme un bocata de chorizo. En un rincón apartado del salón, sentada en un taburete, se hallaba aquella chica que mandaba callar a todos con su voz de pito. En efecto, hablaba con su novio que se había transformado en una pantalla rectangular con teclado. Algo así le decía al ordenador:

- Dime que me amas -suplicaba encarecidamente con la cara triste.

- Te amo -decía el ordenador maquinalmente.

Al escucharlo sonrió convencida de que su novio la amaba. Al ver tal despropósito me entraron ganas de coger el ordenador, tirarlo por la ventana y mear sobre él por si quedaba algún circuito funcionando pero supe controlarme y resignado reflexioné sobre lo triste de rogar esas palabras a la persona que debería decírtelas por voluntad propia. Encendí la luz de la cocina, busqué pan por los cajones y cuando me disponía a coger el chorizo apareció Alba; una belleza particular, exótica. Su atractivo era lo único que me interesaba en ella.

- ¿Por qué te marchas sin decirme nada? -parecía enojada-. Aún quería contarte como descubrí que el yoga es mi pasión y mis teorías sobre la felicidad eterna en esta vida.

- Mira, ahora estoy ocupado preparándome un delicioso bocata y no debería distraerme -dije con tono desdeñoso-. Si quieres contarme tus teorías me gustaría estar lo más atento posible para captar todos los matices. Así que te parece si te doy mi numero de teléfono y el día que sientas la necesidad de expandir tus ideas me llamas y nos vemos en tu casa. Seguro que tu cama es confortable. Apunta el numero.

Nos dimos los respectivos números y ella volvió ,con paso ligero, al comedor creyendo que me importaban sus creencias. Yo por mi parte acabé de preparar el bocata y me dispuse a devorarlo con avidez. En la habitación adyacente el bufón propuso que la fiesta continuara en una zona de la ciudad llena de locales donde sirven alcohol barato y pinchan música ruidosa. Todos se entusiasmaron con la proposición y salieron a la calle sin recoger nada de lo que habían ensuciado.

En el trayecto en metro Eva me observaba de soslayo; esquiva. A lo que yo respondía con largas e insolentes miradas que abarcaban todo su cuerpo sin preocuparme por enmascarar mis intenciones frente a Javi que no exhibía inquietud. En la parada indicada nos bajamos y me coloqué en las escaleras mecánicas detrás de Eva; para contemplar y disfrutar de sus encantos. Caminábamos apretujados subiendo las escaleras mecánicas entre codazos y empujones cuando, al inicio de estas, un cabestro comenzó a saltar sobre ellas mientras sus supuestos amigos le jaleaban. Quien andaba cerca procuraba alejarse de él que proseguía con su bailoteo hasta que, de repente, la luz se apagó y las escaleras dejaron de funcionar provocando el pánico y la histeria en las personas que se hallaban en la estación. Se sucedieron gritos y alaridos acompañados de manotazos y patadas. Era mi día de suerte. Sin más dilación pegue mi cintura al culo de Eva y deslicé mi mano por debajo de la camiseta de lino, que, por cierto, vestía con tanta soltura, a la altura del vientre. Ella me sujeto la mano como si quisiera evitar que continuara descendiendo pero cuando lo hice no opuso ninguna resistencia, es más, me estrujó el trasero con ansia. A medida que bajaba notaba su piel más aspera; restaba poco para alcanzar el punto cardinal. Mis dedos detectaron unos pelos que raspaban y aceleré; el tacto era blando y a ella le temblaron las piernas. Mientras proseguía con mi tarea y fantaseaba sobre el próximo paso regresó la luz. "Malditos lampistas", blasfemé en un susurro imperceptible. Desprevenido me aparté como pude de ella y fingí estar mirando la publicidad de las paredes. Creo que nadie se percató de lo que había acontecido unos segundos antes entre nosotros dos.

Emergimos a la superficie. Era una noche húmeda y fresca, tintada de naranja por las farolas que nos escoltaban en cada calle, la luna insinuaba nuestras sombras en un futuro no muy lejano e incierto. Me junté con el grupo de Javi para acercarme a Eva y apreciar su presencia. Él ignoraba por completo la escaramuza de esa misma tarde y el roce de unos minutos antes, se sentía dichoso por tener la mejor novia que jamás hubiera soñado. Supongo que ni se imaginaba que Eva pudiera hacer algo así y menos con un introvertido, solitario, frío y zafio como yo. Eso creía él, iluso. Rezagados,una pareja venía discutiendo acaloradamente y armando alboroto. Me sorprendió que Eva se detuviera y los esperara para hablar con ellos porque no recordaba haberlos visto en la fiesta. Más tarde me enteré que ella, se llamaba Elena, era amiga de Eva y había coincidido con nuestro grupo de casualidad. También supe gracias a Elena que discutía con el novio por: "no permitirle ni mirar al frente por si cruzaba miradas con algún chico". Vaya, un celoso empedernido que prefiere que su pareja se hunda con él a hundirse solo. Gentes miserables que se odian a si mismo.

A los cinco minutos de caminata llegamos a una calle de aceras anchas, sin arboles, con baches en el asfalto y cuatro farolas a lo largo de ella., confiriendo un aspecto siniestro a la zona. El punto luminoso de referencia   lo establecía el rotulo gigante de neón del bar al que nos encaminábamos. En la puerta se amontonaban, como balas de paja, multitud de gente anclada al suelo fumándose un cigarro. Otros formaban tumultos ruidosos que intentaban burlar al portero. Una vez dentro el paisaje también admitía una comparación rural; una pocilga. El edificio inicialmente, allá en el siglo pasado, se construyó para albergar una fabrica textil pero al cernirse la crisis sobre el textil paso a estar abandonado, hasta que un empresario (ahora llamados emprendedores que suena mejor) de la noche lo compró y lo reconvirtió en un bar musical. En el piso de abajo: la barra que abarca la totalidad de la pared de la derecha, las mesas y las sillas ocupando el espacio central, una pequeña pista de baile al fondo y los futbolines y el billar maltrecho al lado y debajo de las escaleras metálicas que conducen a la planta superior. En ella se había proyectado una zona para vips que no prosperó porque no la pisó ni uno de esos supuestos vips. Ahora la ocupaban los de vejiga ligera, ya que allí colocaron los baños, y los borrachines ávidos de intimidad.

A cada paso crujían cristales de botellas a nuestros pies y se nos enganchaban los zapatos al suelo pegajoso por las bebidas vertidas en él. Grandes y pequeños grupos tirados por las mesas; bebiendo, gritando, cantando y durmiendo. Unimos unas mesas libres, cercanas a los futbolines y algunos fueron a pedir a la barra calimocho y litronas. Elena se sentó frente a mi, parecía compungida y distraída. Una birra tras otra y terminamos borrachos y gritando incoherencias. Eva y Javi, sin mediar palabra, comenzaron a besarse frenéticamente. En ese momento sentí una inmensa rabia corroyendo mi ser. Rabia y dolor al ver aquellos dos besándose con desenfreno sin importarles quien les miraba. No entendía la razón por la cual reaccioné de esa manera. Me entraron nauseas. Subí de dos en dos los escalones y me encerré en el baño."Ésta ciudad se va a la mierda y nosotros con ella, cosa que no parece preocuparnos demasiado, incluso alentamos a que prosigan desvirtuando todo hasta convertirlo en un producto irreal, en prostitución.Vendidos miserablemente por nada, somos mediocres y yo encabezo la lista.", pensaba aguardando el vomito con la cabeza metida en la taza y oliendo el meado. Vomité un par de veces. Me enjuagué la boca con el agua cobriza del grifo del lavabo y retorné a mi sitio. Allí seguían ellos besándose y tocándose, en los demás ni me fijé. El estomago rugía de nuevo y me marché en busca del consuelo de la noche.

Iluminada por la la luz del neón, sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, encontré a Elena. Se cubría el rostro con las manos y sollozaba. A su alrededor revoloteaban buitres deseosos de carne fresca. Me senté a su lado y le acaricié la pierna esperando a que se calmara para poder preguntarle porqué lloraba. Después de unos minutos de tensa espera, Elena, con la cara crispada y los ojos rojos, se marchó en dirección a la nave abandonada, desprovista de techo y tomada por la vegetación, que se vislumbraba al final del la calle. Desde la lejanía gritó:

- ¡Ven aquí, que aquí se está bien!

Hipnotizado por sus palabras y aún bajo los efectos del alcohol me encaminé hacia ella con la cabeza gacha, como un perro sumiso. No me acuerdo muy bien de que lo que pasó a continuación. Por mi cabeza aún transitan imágenes inconexas de momentos muertos que no logro relacionar. Elena se abalanzó sobre mi llorando desconsolada y me abrazó con desespero. Creo que me dijo que su novio se había liado con otra. Vete a saber. Ya más calmada me susurró algo al oído y empezó a lamerlo y a besarme por el cuello y el rostro hasta que coincidieron nuestros labios y  nuestras lenguas se enfrascaron en una lucha virulenta y ardorosa. No reconocía a Elena, se me presentaba como un ser borroso y desconocido. No tenía intención de trujármela pero ella palpó en mis pantalones y empezó frotar con empeño, como si se tratara de la lampara mágica y anhelara que surgiera el genio de ella. A pesar de mi deplorable estado, milagrosamente, se me levantó y ella, que ya se había desvestido por completo (no sé como, ni cuando), me montó salvajemente. Sus formas eran rudas, se movía  de una manera descompasada y rehuía mi mirada. No demostraba que estuviera disfrutando, exhibía el dolor y el cansancio sin pudor y una sonrisa desdeñosa afeaba su cara. Había bebido demasiado y mi polla no aguantó muchos bamboleos. Rapidamente se tornó flácida. A Elena no pareció preocuparle, se apartó de mi, se vistió y se reclinó en la pared. Esa noche no volvió a dirigirme la palabra.

Me acomodé en su pecho, miré al cielo, cerré los ojos y me sumí en un profundo sueño amparado por las pocas estrellas que se asomaban a la inmensidad y parecían querer desprenderse del cielo, cual lágrimas que se deslizan por una mejilla infinita.

2 comentarios:

  1. Increíble.

    Los personajes están evolucionando mucho. Estoy deseando leer más. A ver si me sorprendes aunque eso ya lo he dado por hecho.

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