viernes, 2 de julio de 2010

Pedro I y el Mujik - Lev Tolstoi


El zar Pedro se encontró con un mujik en el bosque. El mujik estaba cortando leña.

El zar le dijo:

- ¡Que Dios te ayude, mujik!

El mujik respondió:

- Buena falta me hace.

El zar le preguntó:

- ¿Sois muchos en casa?
- Tengo dos hijos y dos hijas.
- Entonces no sois tantos. ¿Qué haces con tu dinero?
- Lo divido en tres partes: con una pago deudas, con otra hago préstamos y la tercera la arrojo al agua.

El zar se quedó pensativo, pero no logró entender el significado de lo que el viejo le había dicho: que con una parte del dinero pagaba deudas, con otra hacía préstamos y la tercera la arrojaba al agua.

El viejo dijo:

- Cuando digo que pago deudas, me refiero a que doy de comer a mi padre y a mi madre; cuando digo que hago préstamos, me refiero a que doy de comer a mis hijos; y cuando digo que arrojo una parte al agua, me refiero a que crío a mis hijas.

El zar dijo:

- Tienes buena cabeza, anciano. Ahora llévame fuera del bosque, hasta los campos; no encuentro el camino.

El mujik dijo:

- Tu mismo lo encontrarás; ve recto, luego gira a la derecha, luego a la izquierda y luego otra vez a la derecha.

El zar dijo:

- No te entiendo; condúceme tú.
- Yo, señor, no os conduciré a ninguna parte; a los campesinos cada día nos cuesta caro.
- Bueno, si cuesta caro, te pagaré.
- En ese caso, vamos.

Se sentaon en el cabriolé y partieron.

Por el camino, el zar preguntó al mujik:

- ¿Has ido muy lejos, mujik?
- He estado en alguna parte.
- ¿Has visto el zar?
- No, y bien que me gustaría.
- En cuanto salgamos al campo, lo verás.
- ¿Y cómo lo reconoceré?
- Todos tendran la cabeza descubierta menos él.

He aquí que que salieron a los campos. Cuando los súbditos vieron al zar, se quitaron la gorra. El mujik abrió mucho los ojos, pero no vio al zar.

De modo que preguntó:

- Pero ¿dónde está el zar?

Y el zar Pedro le dijo:

- Como ves, sólo nosotros dos tenemos la gorra puesta. Así que uno de los dos es el zar.

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